Hace años que me subí a una azotea para contarle a las brujas mis deseos.
Era bastante más pequeña y bastante más felíz, aunque ya creía que los problemas me comían, no sabía que si te pasas toda la vida pensando en ellos cuando aparecen,parecen predicción,pero no es cierto.
Subí a mi azotea con un puñado de romero,un amigo y una hoja de papel en blanco.Creo que también llevabamos un puñadito de piedrecitas blancas para hacer un circulo con ellas y meternos en el.(cosas de la pitonisa que vivía debajo mía)
Tenía mientras subía las escaleras esa cierta sensación de miedo e ímpetu que solo se tiene cuando estás a punto de hacer algo emocionante,y para mi lo era.
Además si derrepente se apagan las luces del bloque es algo extresante hasta que encuentras el maldito interruptor.
Y sí,vi la luz,,,,las farolas de mi antiguo barrio eran potentes y el cielo de Córdoba que decir,,,siempre es perfecto.
Empezamos con el ritual hablando de cosas raras como la amistad,la muerte,,y como no, el amor.
Así que pasados unos minutos por fin nos quedamos callados para rellenar esos papeles en blanco.
Mentiría si dijera que me acuerdo de todo lo que puse esa noche,de todo lo que pedí.
Resumiendo creo que hice referencia a lo que explicaba antes:lo primero que perdurara,lo segundo que jamás llegara y lo último que apareciera.
Ahora pasado los años y con un poco de todo a las espaldas me doy cuenta de que los deseos son buenos para quienes hacen cosas por cumplirlos, y bueno tengo la alegría de poder contar que muchos de esos retos fueron poco a poco cojiendo forma hasta su fin.
Algunas cosas perduraron,otras no.
Llegaron,se fueron,pasaron de largo, pero estuvieron ahí,como esa noche.
Y es así,los caminos se perderan,desviaran horizontes y no será aquel el mismo que vean nuestros ojos,,,pero irremediablemente,de vez en cuando echaremos la vista atras y ahí sí que nos encontraremos.
Hoy,de nuevo en la noche se San Juan,no hare nada parecido.
No habrá papeles ni azoteas ni amigos,,,aún así y por si acaso,pediré un deseo.
