
Somos dueños del querer,
del saber en cada momento lo que necesitamos,
y si estamos echos de los besos que nos han ído dejando,
yo estoy echa de mentiras, en principio.
Y luego de las mentiras, aunque sean completamente cotidianas,
estoy echa de los besos que no dí,
y así, poco a poco dejé de ser yo para convertirme en la otra.
Porque de veras decir,,, que la de antes no se impartía clases de inconformismo,
pensando en las mujeres que no devía o sí devía olvidar,
solo las miraba y ahí estaba la grandeza del ser despreocupada.
Recuerdo a la chica del banco aquél,
le escribía canciones malísimas, pero y que?,,,, así era yo.
Con un Do,,,un Sol,, y un Re,,,, le decía las cosas que de verdad eran importantes.
Luego estaba la que me quería tener el su colchón,
me regalaba rosas,,,y yo, pensaba que las rosas eran románticas,
pero no lo suficientes para tapar el dolor que ella quería encalomarme a su soledad.
Y así para que aburrir más,,,una a una han ido pasando como cenicientas y madrastras por mis
acordes mas sencillos.
Ahora no soy dueña de mi querer ni de mis canciones,
porque todas son ellas!
Toda su música me ha abarrotado el calor de el saber sentir,
el saber ser de quién se quiere.
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