CorazónCoraza

La mesa estaba llena de gente, era un café muy transitado desde el desayuno hasta la noche y más aún en aquellas fechas.
La Semana Santa tiraba a todo el mundo a la calle, unos por devoción, otros por borrachera, pero pocos se quedaban en casa.
La verdad es que gustase o no era especial ver como la gente corría en manada al olor del incienso para ver a sus cofradías.
Desde el café se veía todo el espectáculo tras las cristaleras, aunque la verdadera manifestación de algo mágico ocurría dentro.

La mesa estaba llena de gente, yo como siempre te observaba, el humo de menta saliendo por tu boca y tus miradas fugáces,,,
Seguía la conversación de los presentes para hacer un poco de hueco, ya sabéis, el disimulo del amor que mira desde abajo para que no le sorprendan.
La tarde pasó como muchas otras, a la hora de irme fuí al baño para tener una conversación con mi corazón, corazón coraza, para salir ahí fuera y despedirme hasta mañana con aires de normalidad.
Me acerqué a tu mesa, me arrodillé y te agarré de la mano.
Sin palabras, sin respiración sentí algo que me hinundó, me atropelló, me revolcó el alma.
De verdad peinso que jamás llegare a comprender lo que allí sucedió.
Fue un sentimiento más allá de un poema, de una canción.
Si tuviera que definirlo con palabras diría que sentí como si su alma se metiera dentro de mi cuerpo y viceversa.
Ya se que es de locos pero note en su mirada que sintió exactamente lo mismo.
Fue la conexión de dos fuerzas que hablan por si solas sin necesidad de pronunciar palabra.
Cuando solté su mano todo desapareció.
Verdaderamente fue un milagro de Dios para mi en Semana Santa.